MACKENZIE 2012

La sacrificada (e insoportable) existencia del esnob

Él (o ella) es distinto. Eso es lo que lo distingue. Y eso es lo que nos remacha hasta el agotamiento (nuestro) y el HARTAZGO (también, y supremo). Es el esnob, aquel que mediante homéricos esfuerzos y un desmesurado (e inútil) trabajo, ha logrado construir de sí mismo otro, que nos quiere persuadir que es el auténtico. Eso, cuando justamente lo auténtico, lo verdadero, lo natural y espontáneo de ser es lo que el esnob ha renegado al punto de haberlo enterrado en el último rincón del olvido.

 

Para el esnob, la afectación es la norma y todo reflejo instintivo, un enemigo en potencia. Seguramente en la lista de imbancables pica entre los primeros por el ruido ambiente que SUELE generar su estrepitosa personalidad. Pero también estamos los que casi nos divierte o nos apena contemplar el patético denuedo que despliegan en sostener la construcción artificial que han hecho de sí mismos. Nada en ellos (o casi) responde a lo innato: los gestos, la manera de hablar, la mirada, el tono de voz, el atuendo. También, las opiniones y hasta los pensamientos. Todo ha sido estudiado y edificado con paciencia de orfebre. 

(...)

Extraído y adaptado de “El Clarín” - marzo de 2011 - Marcelo Moreno

 

Según el texto, la palabra suele, destacada, se puede sustituir por:

Escolha uma das alternativas.