MACKENZIE 2008

EL PRECIO DE LA FELICIDAD

            Woody Allen dijo cierta ocasión: "El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un auténtico especialista para verificar la diferencia". En efecto, a menudo se vincula el efecto de tener dinero con la felicidad, pero ¿hasta qué punto es el dinero causa de la felicidad?

            A partir del barómetro de la felicidad realizado en 22 países, el dinero queda LEJOS de los primeros puestos como procurador de la felicidad. El aspecto que más aparece en esa posición son las relaciones personales, por delante de la posición de bienes materiales.

            Si algo aparece como importante es sin duda la relación con el trabajo y la disposición de tiempo de ocio. En España, el índice global de satisfacción con el trabajo se sitúa a la cola de los europeos occidentales. La cuestión parece centrarse en las amplias jornadas que los españoles dedican a ganarse la vida.

            Cada persona debería saber dónde se HALLA la ansiada llavecita de la felicidad, pero a menudo no está a nuestro alcance. Descartado el factor material, podemos asegurar que las personas que se consideran felices declaran cultivar relaciones de afecto sólidas y de calidad, practicando el diálogo y la espontaneidad así como la comprensión y la intimidad, y al tiempo que perciben que su estado no es MERO resultado de las circunstancias sino que lo entienden como un proceso continuado de esfuerzo y responsabilidad, evidente para ello sobre todo en la manera de afrontar los infortunios y las desgracias no como efecto de la mala suerte, sino más bien de sus propias acciones y decisiones. Son personas abiertas a la hora de compartir sus emociones y expresar sus estados de ánimo, optimistas, aunque no por ello ingenuos. Hacen de la adversidad una oportunidad para el aprendizaje. TIENDEN a ver las situaciones difíciles de forma más positiva y se ven menos influidos por los resultados negativos, ya que afirman dar un sentido a aquello que les sucede, en coherencia con la dirección que quieran llevar en su vida. Ateniéndonos a las estadísticas, el nivel de ingresos condiciona el bienestar, pero está DÉBILMENTE relacionado con la felicidad, que tiene que ver más con temas del corazón, de la realización a través del trabajo de la salud y de dar sentido a la vida. Lo que yo PRETENDÍA apuntar con todo esto y a lo que me gustaría humildemente inducirles, si es que ustedes aún no son felices, es a que se lo piensen, a que no se abandonen a su propia inercia y A QUE SE MOJEN. Quizás más preciso que Woody Allen era Salvador Dalí, cuando en cierta ocasión DIJO: "No sé si el dinero da o no la felicidad..., pero de lo que estoy convencido es de que sin duda, es el mejor de los sedantes".

Adaptado de El País semanal España

 

 La secuencia correcta de los tiempos verbales, DIJO, TIENDEN y PRETENDÍA, destacados en el texto, es

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