MACKENZIE 2004

            Martín Marco vaga por la ciudad sin querer irse a la cama. No lleva encima ni una perra gorda y prefiere esperar que acabe el Metro, a que se escondan los últimos amarillos y enfermos tranvías de la noche. La ciudad parece más suya, más de los hombres que, como él, marchan sin rumbo fijo con las manos en los vacíos bolsillos - en los bolsillos que, a veces, no están ni calientes -, con la cabeza vacía, con los ojos vacíos, y en el corazón, sin que nadie se lo explique, un vacío profundo e implacable.

            Martín Marco sube por Torrijos hasta Diego de León, lentamente, casi olvidadamente, y baja por Príncipe Vergara, por General Mola, hasta la plaza de Salamanca, con el Marqués de Salamanca en medio, vestido de levita y rodeado de un jardincillo verde y cuidado con mimo. A Martín Marco le gustan los paseos solitarios, las largas, cansadas caminatas por las calles anchas de la ciudad, por las mismas calles que de día, como por un milagro, se llenan - rebosantes como las tazas de los desayunos honestos - con las voces de los vendedores, los ingenuos y descocados cuplés de las criadas de servir, las bocinas de los automóviles, los llantos de los niños pequeños: tiernos, violentos, urbanos lobeznos amaestrados.

            Martín Marco se sienta en un banco de madera y enciende una colilla que lleva envuelta, con otras varias en un sobre que tiene un membrete que dice: "Diputación Provincial de Madrid. Negociado de Cédulas Personales".

Camilo José Cela, La colmena

 

De acuerdo con el trecho "las LARGAS, cansadas caminatas por las calles ANCHAS de la ciudad", podemos afirmar que los antónimos de los adjetivos destacados son:

Escolha uma das alternativas.