PUC-MG 2010

Déjense empatar

Acabo de escuchar en la radio una noticia conmovedora. Jugaban en Barcelona un partido de infantiles, los niños de los equipos del Barcelona contra los niños del Español; en uno de los lances del juego, un chiquillo azulgrana, Mamadou, de origen africano, 1agarró el balón, dribló a cuatro contrarios y marcó el primer gol de su equipo. Cuando quiso celebrarlo, notó que todos, los suyos y los contrarios, le reprochaban que hubiera anotado ese tanto mientras yacía lesionado un futbolista del Español. El entrenador halló la solución para remediar la injusticia, y la comunicó a gritos: "¡Déjense empatar!"

Los jóvenes futbolistas del Barcelona fueron conminados por su preparador a quedarse quietos en el campo, hasta que el Español consiguiera el empate; cuando éste se produjo, ya los dos conjuntos pudieron pelearse como es debido en una competición entre rivales eternos. El desempate, a favor del Barcelona, lo produjo el propio Mamadou, en una jugada que ha sido descrita como magistral por los que han dado la noticia.

Enfrentado a la injusticia, o a la descortesía, que es un grado más de la injusticia, el chico recibió su lección; e incitado a competir, hizo luego lo que tenía que hacer. Lavada su culpa, a la ducha, y a pensar en qué le sirve para el futuro lo que hizo en el partido.

De joven fui seleccionador de futbolistas infantiles, en mi pueblo, en la zona norte de Tenerife.

Entre los chicos había de todo, buenísimos muchachos y otros malos como la quina. Nunca tuve la oportunidad de presenciar escenas como esa de Barcelona, pero sí sé que pudieron darse, y que en nuestras manos estaba la preparación moral de esos chicos para comportarse de una manera u otra en caso de fracaso o en caso de victoria. Muy chico leí el poema de Rudyard Kipling que aconseja enfrentar con el mismo ánimo a los dos impostores, al de la derrota y al de su opuesto.

El fútbol es la vida misma; hay circunstancias en la vida en que es bueno dejarse empatar, permitir que el otro se ponga a tu altura, o que tú te pongas a la altura del otro; vencer a un lesionado, derrotar al débil, humillar al que tiene menos, hacer burla del fracasado... son tentaciones que salen al paso con la carcajada de la burletería, y hay que estar prevenido.

Juan Cruz, en MIRA QUE TE LO TENGO DICHO, El País Internacional, http//:www.elpais.com 10 abril, 2007 (adaptado)

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