UEMA 2015

CUANDO EL MÓVIL ES TESTIGO DE LA PALIZA

El país (texto adaptado)

Los golpes y las humillaciones perpetradas por menores y grabados con teléfonos con cámara se multiplican.

El último domingo de febrero, J.A.M., de 16 años, salió de su casa, en un barrio a unos 15 minutos del centro de Linares (Jaén), a las cinco y algo de la tarde. Según relata el padre del joven, aquel día el chaval se había duchado, afeitado y vestido con especial cuidado. Desde hacía tiempo estaba chateando en Internet con una desconocida que se presentaba como "Laura", y ese domingo ella le había citado a las 17.30 en el parque de Oriente. Pero el joven no encontró a Laura. Al menos no la Laura que imaginaba.

J. A. M., de hecho, ni siquiera llegó al parque de Oriente. Según denuncia el padre, un par de calles antes fue agredido por dos menores. Uno de ellos era, en realidad, la Laura del chat. Otros jóvenes asistieron a la pelea y algunos la grabaron con la cámara de un teléfono móvil. Prácticamente todos los chavales implicados se conocían. "Durante un tiempo habían salidos juntos, pero ésas no eran compañías recomendables y le pedí a mi hijo que se alejara de ese grupo", cuenta el padre. La violencia de ese domingo causó a J.A.M., un traumatismo craneoencefálico y varias contusiones, de las que el joven se está recuperando. Las palizas y humillaciones grabadas con móviles son un fenómeno en crecimiento. (…)

"Se está convirtiendo en una moda, lo cual tiene mucho riesgo, ya que se generan un efecto emulación o hasta de competición", comenta Javier Urra, defensor del Menor de la Comunidad de Madrid entre 1996 y 2001 y psicólogo forense. Urra observa que "el valor económico de los móviles que pueden grabar vídeos delata la procedencia de clases sociales media-altas de quienes agreden. Hablamos de chicos que se aburren. Nihilistas, hedonistas. El placer para ellos no puede tener límites. Vamos, damos una paliza a uno y nos echamos unas risas, ése es el concepto. Normalmente, eligen alguien que deprecian, mendigos, discapacitados, alguien solo, que no pertenece al grupo. Van, lo graban y lo enseñan; saben que los demás no les van a denunciar".

"Los chicos tienen miedo a ser víctimas", prosigue. "Por lo tanto ceden a la presión del grupo, se apuntan, se ponen del lado de los verdugos por no ser víctima. Es ahí donde hay que incidir. Hay que lograr que los jóvenes se pongan del lado de las víctimas. Hay que crear alergia a la violencia. Los chicos tienen que sentir que romper una flor es una brutalidad".

Fonte: BATISTA, Lívia Rádis (org). Español esencial: vol. único. São Paulo: Moderna, 2008.

 

Lea las proposiciones abajo.

 

I - Los jóvenes se ponen del lado de las víctimas, por lo tanto, desafían a los verdugos.

II - Hay una preocupación con el comportamiento agresivo de los jóvenes.

III - Los aparatos sirven de comprobación de la agresividad entre los jóvenes.

IV - Era costumbre del joven, chatear en internet con sus agresores, por ello, no hay con que preocuparse.

 

Las proposiciones que contemplan las ideas contenidas en el texto son

Escolha uma das alternativas.