UERJ 2009

Veintiocho años después...

 

A principios de los ‘80 en la escuela nos empezaron a mencionar tres palabras desconocidas. Dos de ellas fueron dictadura y democracia. No teníamos muy en claro de qué se trataban, pero intuíamos, por lo que nos decían y por el tono empleado, que la democracia era algo nuevo y deseable, que había que celebrar y cuidar. Por el contrario, la dictadura era despreciable, pasaban ciertas cosas que “Nunca más” debían ocurrir. Pero ¿de qué se trataban precisamente?

 

La tercera era la más terrible e inasible: “desaparecidos”. Fue a través de una película, “La Noche de los Lápices”, que comprendí, al igual que muchos de mi generación (tengo 30 años), su atroz y demencial significado.

 

La película se basa en el libro del mismo nombre, que, a su vez, relata un hecho real ocurrido el 16 de septiembre de 1976. Durante la madrugada de ese día fueron secuestrados varios adolescentes, de entre 14 y 18 años, cuyo terrible delito consistió en reclamar por el boleto estudiantil secundario. Para ello, habían realizado una serie de marchas, sentadas, petitorios; acciones que hoy nos parecen normales, o molestas (para algunos sectores), pero a las que jamás
castigaríamos con el secuestro, la desaparición, la tortura o la muerte. En ese momento, fueron motivo de todo ello junto.

 

Tenían los mismos gustos y pasiones que cualquier adolescente. También les interesaba la política y militaban en centros de estudiantes, con la ilusión de una vida mejor para todos. Nada del otro mundo... De otro mundo debería ser lo que les tocó vivir...

 

Ante el riesgo que suponen la impunidad y el olvido, los invito a recordar y a que desde los lugares que ocupamos, ayudemos a los lápices a seguir escribiendo.

Andrea Verónica Quaranta

www.carbonell.com.ar

 

De otro mundo debería ser lo que les tocó vivir... 

 

Esa frase llama la atención para lo que habrían pasado los adolescentes secuestrados.

 

El sentimiento de la autora frente a lo ocurrido es de:

Escolha uma das alternativas.