UNESPAR 2011

CRÍTICA ”1810"

Estrenada hace exactamente un siglo, la repone Eva Halac.

Rafael Granado, Clarín, 14/08/10

 

Valioso rescate de una obra estrenada en el Centenario. Exactamente el 18 de julio de 1910, por la compañía Podestá-Vittone. Una pieza que nunca más subió a escena. Ahora, Eva Halac se topó con el drama escrito por Martín Coronado y armó una adaptación de un relato que habla de la Revolución de Mayo.

 

Ubicada la trama el 14, 23 y 25 de aquel mes, todo transcurre en el hogar de Cipriano y Teodora, un matrimonio español, dueño de una mercería, que vive con su hija Inés, la sobrina Manuela y su marido Guillermo, un inglés que apoya el sueño de romper el vínculo con la Madre Patria. Por la casa transita también Cleofé, negra y esclava.

 

Desde una perspectiva casi intimista, alejada de un criterio épico, 1810 transcurre entre enfrentamientos ideológicos que derivan en decepciones o esperanzas, de acuerdo a la vereda en la que cada cual esté parado. Cipriano, Teodora e Inés defienden con fervor el dominio español, en tanto Manuela, Guillermo y Julián - teniente de Patricios, primo y novio de Inés - sostienen la ilusión de la libertad criolla. Criterios opuestos que dejan un amplio espacio a hondas reflexiones, en medio de un contundente juego intelectual acerca del sometimiento colonial, y de la dignidad de ciudadanos de un país posible, que mire con sus propios ojos. No falta la cuota sentimental que aportan Inés y Julián, un romance sin convencionalismos.

 

Martín Coronado (1850-1919), considerado por algunos historiadores teatrales un autor romántico, pese a que el contenido de esta narración no resulta en absoluto complaciente, abordó su trabajo en fluidos versos. A tono con tal material, la sensible y talentosa Eva Halac construyó una puesta de cautivante estética, de matices sutiles que enriquecen la historia. Los videos, en especial el desfile de los soldados, con las imágenes proyectadas sobre los cuerpos de los protagonistas, le suman al montaje un singular atractivo.

 

Mérito insoslayable de 1810 es el sólido desempeño del elenco, que aún dialogando en verso jamás cae en el recitado. Manuel Vicente compone a Cipriano con envolvente intensidad; Ingrid Pelicori impone su potencia expresiva en el papel de Teodora, mientras que Pepe Monje es un Julián conciliador, más allá de sus convicciones patrióticas, y Paloma Contreras dota a Inés de frescura e inevitable dolor. Una desenvuelta Monina Bonelli (es Manuela), un aplomado Darío Guersenzvaig, en el rol de un Guillermo inglés y rengo, y Lucila Rada como la sometida sirvienta negra completan solventes actuaciones.

 

Pese al siglo con que carga, la obra de Coronado no sufrió el desgaste del tiempo. El conmovedor mensaje de que los pueblos pueden tener alas y decidir su destino está intacto. A veces, cien años no es nada.

 

Según el texto, “1810”:

Escolha uma das alternativas.