MACKENZIE 2014

Yo me tiro al monte.

 

 

(...) La sierra norte es uno de los entornos naturales más privilegiados de Madrid. Rodeados de montañas, ríos, bosques y embalses, emergen decenas de pueblos a los que llega cada vez más gente joven huyendo de la sensación de caos y encierro que puede provocar la gran ciudad. No podemos negar que la crisis ha obligado a mucha gente a estudiar formas de reducir gastos, maneras diferentes de consumir, en muchos casos de un modo más consciente. Esto hace que proliferen los proyectos de trueque o la distribución de productos ecológicos a grupos de consumo, y muchos de los productores venden en este entorno. Son proyectos ya formados y en pleno funcionamiento, que en muchas ocasiones abren sus puertas a personas interesadas en colaborar en ellos para obtener carne, harina, miel, productos de la huerta, semillas, mermelada, pan..., producciones siempre ecológicas y de mejores calidades. Es fácil conseguir que los jóvenes pobladores de la zona se interesen por este tipo de proyectos, si no como participantes activos, sí como consumidores.

 

Para la mayoría de la gente que ha vivido siempre en la ciudad, tomar la decisión de irse al campo puede provocar vértigo. Lo normal es imaginarse plantando tomates, azada en mano, y desechar rápidamente la idea por parecer muy utópica o por no cuadrar con el modo de vida convencional al que estamos acostumbrados. Sin embargo, cada vez hay más gente que se aventura y disfruta de las actividades rurales como mero hobby, aprendiendo despacio y disfrutando del camino.

 

Sergio se mudó hace un año de Madrid a Oteruelo, un pueblo con solo 100 habitantes, también en la sierra de Madrid. Alquiló una casa por 360 € mensuales, el precio medio del alquiler en la zona, y desde allí gestiona su pequeña empresa de tres trabajadores a través del teletrabajo. Su herramienta laboral es su portátil y cuando lo apaga, dedica su tiempo al entretenimiento al aire libre: trekking, snowboard de montaña, jogging y ciclismo.(...)

 

En el campo, sin embargo, no son todo nubes de algodón. Hay que sortear muchos problemas cotidianos y hacer frente a nuevos retos, como desatascar el canal de agua para regar la huerta en verano cuando el agua escasea, curar a los animales cuando se ponen enfermos, combatir las plagas que destrozan las cosechas, conseguir los permisos legales de fincas y terrenos...El invierno es frío y largo, y la vida social complicada. Hay que organizarse y vencer la pereza de moverse a otros pueblos donde haya conciertos, teatros o fiestas. (...)

 

Irse a vivir al campo es una opción como otra cualquiera. Solo hay que estar dispuesto a trabajar, tener ganas y, sobre todo, disfrutarlo.

Texto extraído y adaptado de: Punto y Coma, nº 42

 

 

En el texto, la locución conjuntiva adversativa, sin embargo, que está destacada en negrita, se puede sustituir por:

Escolha uma das alternativas.