UECE 2003

            El hecho ocurrió en el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. 1No lo escribí inmediatamente 2porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que, si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí.

            Sé que fue 3atroz mientras duró y mucho más durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero.

            Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no 7supe nunca. 9El agua gris 11acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria 4imagen de Heráclito. Yo había dormido bien; mi clase de la tarde anterior 12había logrado interesar a los alumnos. No había 10un alma a la vista.

            Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos 13corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco 15alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar 18solo, 19pero no 8quise levantarme enseguida, para no mostrarme 5incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba, lo que trataba de silbar, era un estilo criollo de "La Tapera", de Elías Regules. El estilo me 16trajo de nuevo a un patio, que ha desaparecido, y a la memoria de Álvaro Melián Lafinur, que hace tantos años ha muerto. 20Luego vinieron las palabras. La voz no era la de Álvaro, pero quería parecerse a la de Álvaro. La reconocí con horror. Me le acerqué y le dije:

            - Señor, ¿6usted es oriental o argentino?

            - Argentino, pero 14desde el catorce vivo en Ginebra - fue la contestación.

            Hubo un silencio largo. Le pregunté:

            - ¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa?

            Me contestó que sí.

            - En tal caso - le dije resueltamente - usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.

            - No - me respondió con mi propia voz un poco 17lejana.

            Al cabo de un tiempo insistió:

            - Yo estoy aquí en Ginebra, en un banco, a unos pasos de Ródano. Lo raro es que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza 21gris.

(BORGES, Jorge Luis. El Otro. Apud GÓMEZ, Silvia Pineda. Algunos Cuentos Contemporáneos. EUM: UNAM/Colegio de Ciencias y Humanidades, 1998, pp. 304-305)

 

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