UNIMONTES 2012

FUKUSHIMA

 A las 14:14 del día 11 de marzo de 2011, las estaciones de vigilancia sísmica de Japón empiezan a detectar un fuerte temblor. A los pocos segundos, las agujas de los sismógrafos se 2vuelven locas moviéndose rápidamente de un lado a otro. Los habitantes de todo el noreste de la isla principal de Japón intentan ponerse a salvo y buscan refugio bajo las mesas o corren fuera de los edificios. Es un terremoto brutal, mucho más fuerte que los temblores a los que están acostumbrados. De hecho, es el cuarto terremoto más intenso de toda la historia. A pesar de todo, la mayoría logra salvarse y los desperfectos no son demasiado grandes.

7Lo peor está para llegar. Desgraciadamente, el epicentro del fuerte seísmo se localiza en el mar, a unos 150 km al este de la ciudad de Sendai, y eso provoca un enorme tsunami con olas de más de diez metros que devasta a su paso ciudades y 4pueblos cercanos a la costa. La central nuclear de Fukushima, que se encuentra en esa zona, recibe el impacto de la ola gigante unos minutos después del terremoto. La central había resistido bien el temblor, pero sufre graves daños como consecuencia del tsunami.

Al producirse el terremoto, suenan las alarmas de la central y los tres reactores nucleares que estaban en funcionamiento (los reactores 1, 2 y 3) se detienen automáticamente: es lo que se llama un “disparo” de la central. Esta central tiene seis reactores en total. Afortunadamente, los reactores 4, 5 y 6 estaban parados ese día, y eso evitó que la catástrofe fuese 5aún mayor. La parada de un reactor consiste en disminuir drásticamente la emisión de calor de los elementos radioactivos que constituyen el “combustible” de la central. De una forma similar a las centrales de carbón o de petróleo, las centrales nucleares utilizan el calor provocado por reacciones radioactivas para hervir agua, que a su vez hace girar el eje de un generador eléctrico.

La diferencia de la energía atómica con la del carbón o el petróleo es que, en estas últimas, si ‘cerramos el grifo’ del combustible, o sea, si apagamos el fuego que calienta el agua, en pocas horas se enfría todo el sistema y no pasa nada más. En cambio, en una central nuclear los elementos radioactivos que producen calor no se pueden apagar con igual facilidad. Es más, no se pueden apagar nunca del todo.

Además, el agua que está en contacto con el uranio se impregna de las partículas emitidas y es enormemente radioactiva. Por eso, las barras de uranio y el circuito de agua radioactiva se meten en una enorme construcción de hormigón llamada vasija, que 1aísla esos elementos peligrosos del exterior. Las centrales modernas están hechas a prueba de terremotos y bombas explosivas y tienen un fuerte edificio exterior que rodea la vasija y que se llama “edificio de contención”. También llevan 6uno o más circuitos adicionales de agua no radioactiva que refrigeran el agua del interior del edificio de contención y disminuyen la presión. Son como la válvula de seguridad de una gigantesca 3olla a presión.

 Revista Punto y coma (Nº 30 Mayo- Junio 2011).

 

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