UECE 2006

            A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde, y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la 1esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.

            Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes escaparates de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto: 09. una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban 5venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizás algo distraído, 6pero corriendo sobre la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la 2calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y la mano, desviándose a la izquierda: oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.

            Volvió bruscamente del 3desmayo. 7Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. 8Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla, y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho. 9Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la 4náusea que le ganaba la garganta. 10Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en las piernas. "Usted la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado..." Opiniones, recuerdos, 11despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole a beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

            La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que 12estaba bajo los efectos de un gran shock, 13dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más...

CORTÁZAR, Julio. Cuentos Completos/1. Alfaguara, España, 2005, pp. 386/387. Texto adaptado.

 

"Sentía gusto a SAL y SANGRE" (ref. 8): En la frase arriba transcrita hay dos sustantivos heterogenéricos en relación con el portugués (la sal = o sal; la sangre = o sangue). Ubique la opción que presenta otro ejemplo de esta divergencia léxica:

Escolha uma das alternativas.